El trabajo puede ser fuente de satisfacción… o de agotamiento. Cuando las demandas superan nuestros recursos, aparece el estrés laboral, afectando la salud física, emocional y las relaciones.

Los síntomas más comunes incluyen cansancio constante, irritabilidad, falta de concentración y alteraciones del sueño. A veces no podemos cambiar el entorno laboral, pero sí cómo lo afrontamos. Poner límites, priorizar, desconectar fuera del horario y cuidar los descansos son estrategias esenciales. También conviene revisar la autoexigencia interna, que muchas veces multiplica la tensión.

Ejercicio práctico

Haz una lista de tus estresores laborales y divídelos en dos columnas:

  • Lo que puedo controlar.
  • Lo que no puedo controlar.
    Elige una acción concreta esta semana para mejorar algo en la primera columna.

El equilibrio laboral no se trata de hacer más, sino de aprender a cuidarte mientras haces.